Aunque este título bien podría adaptarse a una historia de ciencia ficción, estamos hablando de una posibilidad muy real, lo suficiente para que algunas personas estén invirtiendo su dinero en tecnología que ofrece desde ya la promesa de la inmortalidad.
Una de estas tecnologías se llama cryonics, y es promovida por una empresa estadounidense con sede en Scottsdale, Arizona. Alcor (el nombre comercial de esta empresa) debe su creación a la investigación del físico Robert Ettinger. En 1964 publicó un libro titulado The Prospect of Inmortality, en el cual el autor explica la tecnología cryonics para el público no especializado. Cryonics es una tecnología experimental que propone preservar seres humanos con el propósito de que puedan vivir de nuevo, aún después de la muerte. Parte de la premisa de que la tecnología del futuro avanzará lo suficiente en las próximas décadas y tendrá herramientas para reparar el daño a nivel celular y molecular, y así restablecer la salud mental y física.
En su prólogo al libro de Ettinger, el científico Jean Rostand, cita una de las fuentes de inspiración para explicar la tecnología incipiente, la cual proviene curiosamente del reconocido autor de ciencia ficción francés, Edmond About. En su libro El hombre de la oreja rota (1861), About cuenta la historia de un biólogo que logra preservar a un hombre para después hacerlo resucitar unas cuantas décadas después. El acierto de About, nos dice, fue señalar con una dosis de humor algunas de las consecuencias positivas que podría traer la preservación:
"Los enfermos que fueron declarados incurables por los científicos ignorantes del siglo XIX ya no necesitan preocuparse, pues fueron preservados para esperar pacíficamente en el fondo de una caja hasta que los doctores encontraron remedios para sus males".
La premisa es: la ciencia sigue avanzando, ahora a un ritmo exponencialmente más rápido que en los últimos dos siglos, y no es ilógico pensar que en el futuro cercano habrá cura para lo que hoy nos aqueja.

Por supuesto, esto no es una garantía: Alcor es muy enfático al especificar que todavía no puede garantizar que su procedimiento funcione. Pero el hecho es que ellos estarán preparados para cuando esto suceda y esa promesa anticipada es lo que atrae a las personas que se acercan a los cryonics. Es mejor, dicen los clientes, no dejar que sea demasiado tarde si esto en realidad sucede.
Al día de hoy, Alcor reporta tener 155 pacientes. Así llama esta empresa a las personas que han pasado por el procedimiento de preservación. Cuando un miembro de Alcor se encuentra en riesgo de morir, el equipo es alertado para comenzar con el siguiente procedimiento. Inmediatamente después de que se pronuncia la muerte legalmente, el equipo inicia compresiones de pecho (mecánicas) y enfriamiento rápido, y administra una serie de medicamentos para mitigar la isquemia (el deterioro que experimentan las células por falta de sangre y oxígeno). Si los cirujanos calificados son parte del equipo, un procedimiento adicional es realizar un lavado de campo en el que la sangre se reemplaza por una solución de preservación de órganos fría (pero no hay un proceso de congelamiento). Los tres objetivos más importantes del lavado son aumentar la velocidad de enfriamiento, eliminar la sangre y el riesgo de coagulación y aglutinación en frío y proteger al paciente contra la isquemia fría mediante la introducción de una solución de preservación de órganos. Después de esto se envía al paciente en hielo líquido a la instalación cryónica para el cuidado a largo plazo.

¿Qué pasa después?
Por ahora no mucho. La tecnología por el momento solamente puede preservar el cuerpo (o el cerebro) de la mejor forma posible, impidiendo que la células y los tejidos sufran más daños que los que le ocasionaron la muerte, que normalmente afecta una parte pequeña del cuerpo y el resto de los órganos permanecen sanos o al menos funcionales. La apuesta es que en el futuro, exista la tecnología necesaria para atender la causa particular de la muerte y así sea posible recuperar el cuerpo en su estado más preservado posible para revivirlo.
Para apoyar esta idea, en Alcor mencionan, por ejemplo, que antes de que se practicara la resucitación cardiopulmonar, era mucho más frecuente que las personas fueran pronunciadas con muerte clínica cuando en muchos casos podrían haber vuelto a la vida a través de un procedimiento bastante simple.
Se podría decir, entonces, que lo que anima a los pacientes es la confianza en la ciencia, pero también una confianza en la vida, y en la posibilidad, aunque todavía lejana, de derrotar a la muerte.
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